
May Welland es un personaje de "La Edad de la inocencia" de Martin Scorsese, film que me fascina y tortura desde hace ya muchos años.
Hace poco, comentábamos que es hermoso que las películas sean los puntos de partida de otro tipo de escritos, que te impulsen a reseñar algo más allá que una crítica al uso.
El otro día fue un artículo de opinión y hoy esta "poesía", por llamarle de alguna forma, que me surgió de la película y de este personaje (interpretado por Winona Ryder) mientras escribía el guión de un programa de radio sobre la música de este film.
La poesía no es lo mío, pero como surgió de una forma espontánea y despreocupada, de la misma forma os la muestro:
"
Entre sus alas pequeñas
se encuentra la ensenada
de tu futuro arrebatado.
Su nombre envuelve flores
y despertares de un astro rey
que te gira la espalda.
Sus frágiles pupilas
y sus coloreadas mejillas
adornan la negritud y la pérdida
que no comprendes.
Sus blancos gestos
y sus manos delicadas
agujerean impíamente
tus deseos más perseguidos
y tus anhelos más pueriles.
De la negación a la desesperanza
hay un solo camino:
el atajo sinuoso
y torpe de tu confianza.
Tu cuna compartida
se transmuta en un lecho sombrío
que te entierra en vida,
salpicando en tu rostro
la arena del tiempo
y el barro insidioso
de tu suceder negado.
Y no te diste cuenta."
Hace poco, comentábamos que es hermoso que las películas sean los puntos de partida de otro tipo de escritos, que te impulsen a reseñar algo más allá que una crítica al uso.
El otro día fue un artículo de opinión y hoy esta "poesía", por llamarle de alguna forma, que me surgió de la película y de este personaje (interpretado por Winona Ryder) mientras escribía el guión de un programa de radio sobre la música de este film.
La poesía no es lo mío, pero como surgió de una forma espontánea y despreocupada, de la misma forma os la muestro:
"
Entre sus alas pequeñas
se encuentra la ensenada
de tu futuro arrebatado.
Su nombre envuelve flores
y despertares de un astro rey
que te gira la espalda.
Sus frágiles pupilas
y sus coloreadas mejillas
adornan la negritud y la pérdida
que no comprendes.
Sus blancos gestos
y sus manos delicadas
agujerean impíamente
tus deseos más perseguidos
y tus anhelos más pueriles.
De la negación a la desesperanza
hay un solo camino:
el atajo sinuoso
y torpe de tu confianza.
Tu cuna compartida
se transmuta en un lecho sombrío
que te entierra en vida,
salpicando en tu rostro
la arena del tiempo
y el barro insidioso
de tu suceder negado.
Y no te diste cuenta."