martes, 4 de diciembre de 2007

La nostalgia abrazada


"Fados" es un hermoso homenaje a una música que vive abrazada a lo perdido

Uno de los grandes nombres del cine español cuando éste mostraba, por los 60, los primeros destellos de autoría y riesgo, Carlos Saura es, sin duda, uno de los creadores más respetados de la cinematografía hispana.

Su impronta en el desarrollo de un cine español más ambicioso y complejo resulta evidente, así como su capacidad para reinventarse, arrimándose a otros territorios de mayor experimentación formal cuando la ficción se le agotaba.

Fados es la última parada en el camino cinematográfico que iniciara hace 15 años con Sevillanas (1992) y que proseguiría, con estimable éxito, con Flamenco (1995), Tango (1998) y Salomé (2002) e Iberia (2005).

La capacidad escenográfica y musical de Saura le permite pergeñar, en cada uno de sus ensayos fílmicos, auténticas joyas de una precisión narrativa explorada desde la abstracción y recorrida por una emoción sensorial pura.

Fados es un nuevo, y hermosísimo, ejemplo de este cine de Saura parapetado entre paredes de luz y espejos, en el que el música se expande iluminándose, al tiempo que se desnuda el alma del arte acogido entre sus paneles narrativos.

La nostalgia propia del fado, su esencia destilada, es evidenciada por el film con tal claridad, con tanta belleza, a través de tantas historias relatadas en canciones heridas, que el espectador se ve atrapado en la red lírica de Saura, subyugado, entregado a una emoción lumínica y sensorial desde los primeros minutos de proyección.

Saura alterna las actuaciones con múltiples escenarios y soluciones físicas, combinando vídeos, fotografías y reflejos. Pero es la luz, prodigioso López-Linares, la que puntea y clarifica la acción y la música la que atorga el ritmo de estas mil historias explicadas.

Las doloridas letras y las rasgadas voces de los maestros del Fado ponen el resto. Entre homenajes, recuerdos históricos, políticos, nuevos ritmos y viejas leyendas, la luz y la música bailan al ritmo de una imagen que abraza la nostalgia lagrimosa del Fado para proporcionar la emoción más cálida.

Fados es un film de una sugerencia incalculable, un nuevo experimento visual y espacial deslumbrante, un nuevo guiño metalingüístico al propio arte cinematográfico, señalado con un magnífico final, y un homenaje bellísimo a esa música portuguesa cargada de dolor y de desgarro, de un lirismo cotidiano aprendido en sus calles y en el vivir de sus gentes.

De época


Después de un cierto parón, nos reencontramos con el comentario sucinto de dos de los estrenos vistos en las últimas semanas.

BEOWULF de Robert Zemeckis
Bello poema épico explicado con las nuevas y más avanzadas tecnologías. Le llaman motion-capture y consiste en interpretaciones reales que luego se digitalizan. La película, resultona y entretenida, está encaminada a lograr el espectáculo más rabioso y llamativo para la platea. El film funciona, es movido y aleccionador en algunas secuencias y posee un ritmo bien calculado y agradecido. Parece Zemeckis cansado de probar planos que la técnica convencional le impide realizar. Aquí no hay límites, ni cortapisas técnicas ni narrativas lo que le confiere libertad formal pero le resta la hermosa creatividad del cine de siempre.
PUNTUACIÓN: 7


ELIZABETH: LA EDAD DE ORO de Shekhar Kapur
Si nos olvidamos de la "olvidable" caracterización de Jordi Mollà como Felipe II, la película es un claro ejemplo de film histórico al uso. Bien rodado, aunque excesivamente esteticista en el tramo final; relativamente fiel al contexto narrado, pese a que se le va la mano en la divinización de la reina en su tramo conclusivo; correctamente interpretado, magníficamente diría yo en cuanto a Cate Blanchett; de un ritmo pausado y algo ampulosa. Contiene buenas escenas de intrigas palaciegas y una aceptable caracterización de la Reina de los ingleses.
PUNTUACIÓN: 6