viernes, 19 de octubre de 2007

Calculada carambola


Querejeta renuncia a sus pretensiones autorales en un agradable film coral tan facilón como efectivo

Gracia Querejeta ha conseguido hacer, con su última película, una calculada carambola. Me explico. Ha situado sobre el tapete convenientemente las tres bolas: una centrada en un drama personal de padre ausente y mezquino sobre el que giran todos, otra de hija con espíritu de superación que reinaugura su vida rehabilitando el negocio familiar de billares y, tercera, otra multicolor con diversos personajes muy variopintos, amables y divertidos, humorísticos pero con su dramilla adherido.

Conjugadas y en su golpeo, las tres configuran una película amable y graciosa, en muchos instantes, levemente dolorida y tristona, pero muy humana y reconocible.Es una carambola calculada y, por eso, falta de riesgo y de cierto espíritu. Vamos, que no hubiera ganado a Paul Newman en ningún momento.

Querejeta deja sus ínfulas transcendentes y su cierto intelectualismo que le habían proporcionado grandes momentos cinematográficos en El último viaje de Robert Rylands, su mejor película, y también esa afectación melancólica y amargada que buenos instantes le depararon en Héctor o Una estación de paso.

La autora entierra sus pretensiones y conflictos para centrarse en una carambola simpática y fácilmente digerible pero, irremediablemente, menor, sin emoción inteligente, sin grandes logros ni avances en su filmografía.Siete mesas de billar francés funciona por la diversión despreocupada que propone, no por su profundidad narrativa ni sentimental, que deviene floja, sino por la configuración de un ramillete de personajes que simpatizan rápidamente con el espectador.

Las buenas interpretaciones de los actores y actrices también ayudan. Maribel Verdú está adecuadísima, aunque no podamos olvidarnos de su prodigiosa interpretación en el Fauno, Blanca Portillo está real como ella misma y los secundarios responden.

No es la Querejeta de riesgo que nos acostumbra a gustar, singular, sino más bien comercial y facilona. Pero efectiva, absolutamente efectiva. Una carambola, al fin y al cabo, aunque la más fácil que se podía realizar sobre la mesa.

No hay comentarios: