jueves, 18 de octubre de 2007

Juegos en la vieja casa


Poco, o nada, puede reprochársele a El Orfanato, un debut impresionante asentado sobre una historia de las de siempre

Están ahí. En el caserón viejo. Nos miran y nos acechan. Un tremendo secreto esconden. Nosotros, los habitantes racionales de ese espacio, no los vemos pero empezamos a sentirlos. Quizá no eran las viejas puertas raídas ni los relojes que tocan a destiempo. ¿Están ahí o en nuestra mente? Sustos, misterios que se van resolviendo y dramas interiores que explotan cuando los descubrimos... Una historia de las de siempre.

Una historia que el cine norteamericano nos ha ofrecido muchas veces. No debemos negarlo y los creadores de El Orfanato son absolutamente conscientes. Porque la diferencia entre este film de Bayona y otros no reside en la originalidad del planteamiento ni del discurrir temático de la historia sino en su tratamiento, en la forma en la que se explica esta terrible historia.

Poco se le puede reprochar a esta película que explica una historia interesante, que te mantiene pegado a la butaca irremediablemente, a través de un guión bien planificado, juguetón, sereno y que dosifica la información al espectador de forma perfecta, y con una puesta en escena deslumbrante, impropia de un novato como Bayona, con un dominio plástico y estético de la imagen y del ritmo interno de la narración encomiables.
El debut en la dirección de este joven barcelonés es, sin duda, uno de los más llamativos del cine nacional de los últimos años, aunque la gran plataforma comercial que lo acompaña, quizá le reste valor a su trabajo. Ya sabemos lo de contra menos conocido el elemento, más reivindicable es. Todo aderezado con grandes interpretaciones entre las que destaca una Belén Rueda que nos enseña cuál es la mirada perdida de una mujer en el abismo de la locura.

Otra diferencia radical respecto a los materiales sobre los que trabaja el director, es el tratamiento del tempo narrativo de la historia. Bayona no se acelera y renuncia al efectismo más hueco y ramplón, narrando con sencillez y sin precipitaciones, con un tempo pausado y honesto.

El Orfanato no depende de finales sorprendentes ni giros inesperados, todo transcurre por terrenos previsibles, pero su desenlace, con absoluta naturalidad, te ofrece una nueva dimensión de un drama humano y sobrenatural que sin descubrir las Américas cumple perfectamente su función de entretenimiento de calidad que delata a un equipo técnico formidable y a un director que mueve la cámara como quiere.

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